viernes, 1 de enero de 2021

Sacrificio

Mateo 20:17-19

Jesús, contaba con la autoridad de resucitar muertos; sanar leprosos, paralíticos, ciegos; calmar las tormentas; multiplicar panes, expulsar demonios y muchos milagros más. Pero, no siguió el camino de la fuerza y la imposición. Jesús eligió el camino del amor, la entrega y el sacrificio.

Este sacrificio de morir en una cruz se veía como un "fracaso" para muchos. Para los discípulos porque esperaban que su maestro use su autoridad para una gran victoria sobre el mal y no se imaginaban que muriendo lograría eso. Para los líderes judíos que querían deshacerse de este maestro que atormentaba sus conciencias con su enseñanza y autoridad. Para los romanos porque temían el levantamiento de cualquier líder en sus colonias.

El sacrificio personal y muerte de Jesús se veía como un fracaso, pero fue el instrumento escogido por Dios para la victoria sobre el mal y la redención del ser humano. Finalmente, la muerte de Jesús fue sellada con Su resurrección mostrando evidencia de victoria sobre el mal, el pecado y la muerte.

Amar a Dios no es sólo una experiencia subjetiva emocional dulce y extática. Si soy seguidor/a de Jesús debo estar dispuesto/a al sacrificio y a la entrega completa por amor a Dios y a los demás (Lucas 9:23). 

Necesito conocer a Dios para poder amarle, porque sino me estaría enamorando de mi propia idea de Dios en vez del Dios verdadero. Pero no es mi conocimiento lo que importa sino cuanto lo amo. Y ese amor se ve en mi grado de entrega a Su causa.

Lo mismo pasa con mi relación con los demás: debo conocer a los que me rodean para poder amarlos, pero no es cuanto los conozco lo que realmente importa, sino cuanto los amo. Y ese amor se ve en mi grado de entrega y sacrificio por el bien de esas personas.

Oración: Gracias por amarme tanto y entregarte por mi. Quiero amarte así, intensamente. Y así quiero amar a los que me rodean.

Siguiendo al maestro.

Por Daniel Martin



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