Mateo 26:69-75
Verse a sí mismo negando a Jesús, debe haber sido un descubrimiento devastador. Teniendo la intención de ser fiel hasta la muerte y descubrir que no fue capaz de mantenerse firme por su maestro debe haber sido extremadamente doloroso y frustrante.
Cada vez que descubro que no fui tan íntegro como quiero ser, me doy cuenta de que no debo depender de mis propias fuerzas y capacidades. El Señor es mi refugio, Él es mi fuerza, Él es mi escudo... Cada vez que intento hacer la cosas a mi manera, con mis fuerzas, ignorando la presencia de Jesús, sufro las consecuencias y frustraciones de mi desvío.
Gracias a Dios que cuando descubro mi error y vengo a Él con mis frustraciones, Él no me rechaza, Él puede aguantar, me comprende, me perdona, me restaura, me anima a rehacer lo que hice mal, me da una nueva oportunidad.
Tomar consciencia de mi debilidad y fracasos es en realidad muy positivo. Saber que soy frágil me evita confiar demasiado en mi mismo y me enseña a caminar humildemente de la mano de Dios. Me permite profundizar mi relación con Dios y mantener una constante comunicación con Él. También me ayuda a valorar la interacción con otros cristianos que Dios utiliza para orientar mi camino y crecer juntos cooperando en esa unidad.
Tomar conciencia de mis errores y limitaciones también me ayuda a cambiar de rumbo, dejar de hacer cosas que ya no son constructivas y crear nuevos hábitos más positivos y enriquecedores.
Oración: Gracias Jesús, por amarme a pesar de que conoces lo frágil que soy. Me apoyo en tu amor, en tu fuerza, en tu guía. Te necesito cada día. Ayúdame a caminar correctamente.
Siguiendo al maestro.
Por Daniel Martin
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