Mateo 26:57-68
La blasfemia era una ofensa gravísima contra Dios y se requería un castigo ejemplar. Considerarse a uno mismo ser Dios era considerado una blasfemia, a menos que uno sea Dios. Los sacerdotes y los ancianos prefirieron creer que Jesús estaba blasfemando cuanto se identificó como el Mesías, el Hijo de Dios.
Salvo unas pocas excepciones, los líderes religiosos fallaron en reconocerlo cuando estaba entre ellos, a pesar de que ellos estudiaban y esperaban la venida del Mesías, el Hijo de Dios. Teniendo la información de las Escrituras no fueron capaces de reconocer a Dios mismo viviendo entre ellos. Me puede pasar a mi también, que aún conociendo a Jesús, desaproveche Su presencia sanadora y liberadora y el poder que significa Jesús viviendo en mi.
Jesús se revela a mi corazón de muchas formas. Pero, para que obre verdaderamente le tengo que dar lugar en cada área de mi vida. Debo invitarlo activamente y dejarlo que sane, que libere y redima cada una de mis experiencias.
Oración: Te doy gracias por venir a mi y persistir en tu amor por mi. Ayúdame a ser sensible a tu voz. Quiero darte entrada en cada una de las áreas de mi vida, mis recuerdos, mis emociones, mis motivaciones, mis frustraciones, mis alegrías. Quiero que reines en mi.
Siguiendo al maestro.
Por Daniel Martin
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