Mateo 21:12-17
Los religiosos de Jerusalén habían menospreciado un ambiente genuino de adoración a Dios (el templo de Jerusalén) y menospreciaban la capacidad de adoración de los niños. Dos situaciones que Jesús confronta. Ni el templo ni los niños garantizaba la aceptación de la adoración a Dios, Él espera una actitud de adoración auténtica del que se acerca a Él.
Aún después de haber experimentado verdadera adoración, puedo escoger la decadencia espiritual. Puedo desviar la atención, que debería estar en Dios, hacia alguna persona en la que me apoyo, o hacia un edificio o hacia un ritual.
El lugar no hace sagrado un ambiente sino la actitud de poner a Dios en primer lugar. Esta actitud es básica y necesaria pero existe el peligro de darla por sentado y pasarla por alto. La actitud para acercarme a Dios es tan básica que puede ser practicada por un niño, y como adulto tengo que cuidar de no perderla.
Mi actitud hacia los niños también podría ser equivocada si pienso que ellos no comprenden o no son capaces de experimentar una adoración relevante como la mía. Debo tratar a los niños como mis pares en lo que adorar a Dios se refiere. Y hasta puedo aprender de ellos (Salmos 8:2).
Oración: Gracias, Señor, por abrirme las puertas a tu presencia y porque puedo adorarte con libertad. Que mi manera de vivir valore lo sagrado de tu presencia en mi y lo valioso de la adoración de los niños.
Siguiendo al maestro.
Por Daniel Martin
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