martes, 8 de septiembre de 2020

Divorcio

Mateo 5:31-32

El matrimonio, como lo define Jesús, es la unión entre un hombre y una mujer por el resto de sus vidas. Y ningún ser humano debe separarlos porque Dios los ha unido.

El divorcio debería estar solo para casos extremos en que está en peligro la integridad de uno de los cónyuges o de un menor. La posibilidad del divorcio hace que algunos disminuyan la seriedad de su compromiso matrimonial. Jesús nos llama la atención al peligro del divorcio. Romper el compromiso matrimonial hace daño a los cónyuges, a los hijos, a la integridad de la familia, y a amigos... y sobre todo deshonra a Dios porque Dios es el que los unió.

Si ya te divorciaste, lo más probable es que no puedas volver atrás. Pide perdón a Dios, recibe el perdón, deja ese error atrás. Prepara tu vida para que nunca más tengas que divorciarte si te casas con alguien.

Las consecuencias del divorcio son desagradables en sí mismas y tendrás que enfrentarlas con valor. Pero, no tiene sentido amargarte la vida por haberte divorciado. Seguir arrastrando remordimiento hacia ti mismo o bronca hacia tu ex-pareja no es correcto ni saludable. Recibe el perdón de Dios, no dudes de la capacidad de Dios de perdonarte (1 Juan 1:9). Deja que Él te limpie y confía en su limpieza.

Todos, casados y solteros debemos tener en alta estima la institución del matrimonio (Heb.13:4). Es una institución divina y como tal debe ser valorada aún en una sociedad donde se la descalifique.

Oración: Ayúdame a honrar el matrimonio y luchar para la sanidad de las familias. Quiero contribuir activamente a la salud de mi familia y la de todos mis amigos. Úsame como un instrumento de paz y reconciliación.


Siguiendo al maestro.

Por Daniel Martin

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