Mateo 27:11-26
El gobernador se sorprendió de que Jesús no se defendía ante las falsas acusaciones. Pilato puso a Jesús entre los candidatos a ser perdonado porque no encontraba nada sólido para condenar a Jesús, pero la multitud prefirió a Barrabás. La esposa de Pilato había tenido sueños que le mostraban que Jesús era justo y le pidió a su esposo que se abstenga de involucrarse.
La multitud manipulada por la instigación de los sacerdotes pedía la crucifixión. En respuesta, Pilato pregunta ¿Cuál es el crimen? y aunque no recibió respuesta, aceptó condenarlo.
Jesús tenía muchas evidencias a su favor, y sin embargo fue condenado.
La vida es injusta y muchas veces aunque creemos tener honestamente la razón, sufrimos injusticias. En esos momentos debemos identificarnos con Jesús, quien experimentó injusticias por nosotros. El tenía un propósito mayor: nuestra salvación. Al sufrir nosotros, tenemos la oportunidad de participar con Jesús (1 Pedro 4:12-15).
No debo permitir que la injusticia de las personas debilite mi fe. Mi fe no está en los seres humanos, sino en Dios. Por supuesto que un cierto grado de confianza entre personas es normal y saludable. Pero, la confianza no debe ser absoluta, sabiendo que todos, incluso yo, nos podemos equivocar. Por eso es que mi confianza absoluta debe estar reservada sólo para Dios. Nadie me ama como Él. Nadie es justo como Él. Él sabe mejor que nadie lo que es mejor para mi.
Oración: Gracias Señor por tu amor y tu fidelidad. No hay nadie como tú. Dame fuerzas para enfrentar las injusticias de la vida. Fortalece mi fe para no depender de la aprobación de los demás, sino de ti.
Siguiendo al maestro.
Por Daniel Martin