Mateo 19:16-30
Un joven se acerca a Jesús interesado en entrar al reino de Dios. Pero aunque había cultivado una moral intachable en otros aspectos de su vida, el amor al dinero seguía siendo un problema para él.
Es difícil aprender a amar a Dios verdaderamente cuando hay alguna cosa en la vida que consideramos imposible de vivir sin ella. Las riquezas personales como cualquier otra cosa o persona, cuando reclaman nuestra máxima devoción, se convierten en ídolo. Adorar ídolos es incompatible con seguir a Jesús.
Las riquezas en si mismas no son malas si las considero una herramienta para ayudar a otros, si soy generoso con ella, si están al servicio del reino de Dios. Pero, si en mi corazón formo lazos de dependencia hacia los bienes materiales estoy en camino a la idolatría de las riquezas.
Las decisiones que tomo no deben ser porque tengo dinero, o porque no tengo dinero. Aunque este recurso es un factor a tener en cuenta, no debería ser el factor determinante en mis decisiones. Yo debo manejar las riquezas y las riquezas no deben manejarme a mi.
Oración: Te amo Señor y quiero seguirte cada día. No permitas que el amor al dinero se instale en mi corazón. Ayúdame a ser generoso y sabio en la administración de las riquezas materiales.
Siguiendo al maestro.
Por Daniel Martín
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