Juan 18:15-18, 25-27
Pedro era discípulo y amigo íntimo de Jesús. Había visto de cerca muchos milagros de Jesús. Compartieron tres años juntos. Presenció eventos como su transfiguración y tiempos muy personales de oración de Jesús. Dijo públicamente que Jesús era el Cristo, el Hijo de Dios, y que solo Jesús tenía palabras de vida eterna. Declaró su lealtad a Jesús e incluso estaba dispuesto a sufrir y morir con Jesús. Pero, ahora, cuando es confrontado por alguien que lo identifica dice: "no soy". Estaba traicionando su propia identidad. Estaba traicionando todo lo que él creía. Estaba traicionando a Dios. Supo que falló terriblemente y por eso comenzó a llorar sin consuelo.
Pedro pensaba creía que era una persona muy firme en sus convicciones y fue muy duro darse cuenta de lo frágil que era su lealtad. Pero, a Jesús la traición de Pedro no lo tomó por sorpresa. Él ya se lo había adelantado. Dios sabe de mi fragilidad antes que yo la ponga en evidencia, aún así me acepta y me ama. Él me comprende mejor que nadie. Y como a Pedro, está dispuesto a perdonarme y restaurarme cuando me doy cuenta de mi error.
Oración: Te amo Señor con todo mi corazón. Quiero serte leal todos los días de mi vida. Pero, tú sabes mejor que yo, lo frágil que soy, y cuanto te necesito. Gracias por amarme y aceptarme aún cuando fallo. Ayúdame a tener esa misma compasión con otros cuando fallan y se sienten destruidos.
Siguiendo al maestro
Por Daniel Martin
Reflexiones diarias siguiendo los pasos de Jesús en los evangelios y su aplicación a nuestra realidad hoy.
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