Mateo 12: 46-50
Jesús nunca renegó de su responsabilidad especial para con su madre y sus hermanos, pero en esta ocasión quiso dejar claro de que no los trataría con favoritismo y que también consideraba a sus discípulos, como parte de su propia familia.
Jesús me enseña a tener esa calidad de consideración por los demás, y especialmente por los que hacen la voluntad de Dios. También me enseña a no tener favoritismos con familiares y parientes. Todo ser humano puede llegar a ser mi hermano, mi hermana, mi padre o mi madre.
En Cristo no hay lugar para el racismo y la discriminación. Cuando veo a otro ser humano, estoy viendo a alguien que es como mi hermana o mi hermano, o que puede llegar a ser mi hermano o mi hermana.
Oración: Señor, gracias por considerarme parte de tu familia. Ayúdame a ser considerado y tratar con dignidad y respeto a cada ser humano, valorando especialmente al que hace la voluntad de Dios.
Siguiendo al maestro.
Por Daniel Martin
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