Mateo 10:21-36
El mensaje de Jesucristo transforma la vida de las personas de forma tan radical que al que que se resiste, muchas veces le provoca sentimientos negativos y hasta de rechazo. Si veo que otras personas como yo cambian y mejoran sus vidas, esto significa que yo también podría cambiar y esto desafía mis convicciones personales previas.
Compartir el mensaje de Jesucristo, aunque produce mucho bien a la sociedad, también despierta oposición y envidias. Por lo tanto la persecución siempre es una posibilidad real que debemos tener presente.
La persecución puede venir en diferentes formas: desde restricciones de parte del gobierno, represalias en el ámbito laboral, pérdida de privilegios sociales, hasta conflictos y oposición dentro de la propia familia. Puede ir desde una resistencia leve hasta reacciones violentas.
Es falso pensar que el evangelio de Jesucristo va a producir tranquilidad y paz en todos los ámbitos o que nos evitará conflictos. Un mensaje profundo y transformador como el de Jesucristo es imposible que no produzca reacciones tanto a favor como en contra. Dios quiere nuestra paz, pero la paz sin justicia, sin amor y sin verdad no es verdadera paz.
Jesús nos advierte "no he venido a traer paz" (Mateo 10:34) y aunque vivir su mensaje produce paz, hay gente que haciendo uso de su libertad, lo rechaza. Esa libertad se la dio Dios a cada ser humano. Cuando lo aceptamos, el mensaje de Jesús produce cambios en nosotros y es tan transformador que despierta envidia y oposición por parte de los que se resisten al cambio.
Oración: Gracias por la alegría que me trae conocerte. Ayúdame a no rechazar a los que se muestran hostiles a tu mensaje, sino a tratarlos con amor y paciencia. Tú tuviste paciencia conmigo. Me amaste aunque yo no lo merecía.
Siguiendo al maestro.
Por Daniel Martin
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