Mateo 10:35-42
La obra de Jesucristo en nosotros hace que el amor natural por la familia se haga más saludable y crezca. Pero, cuando un ser querido rechaza la obra de Jesús en mi esto produce un conflicto de lealtades y podría llegar a considerarme un enemigo.
Si tengo que elegir entre obedecer a Dios o conformar a un ser querido, ¿a quien amaré más? ¿A quién voy a priorizar? (Hechos 5:29)
Si puedo amar y tratar bien a un enemigo (Mateo 5:44-46), ¡cuanto más a un familiar que se resiste a la fe! Jesús me amó aún cuando no lo merecía. Pero, esto no significa que voy a traicionar a Dios por hacer sentir bien a un ser querido. Amar a Dios produce un reordenamiento de mis prioridades y valores.
Mi lealtad a Dios es más importante que mi lealtad a la familia o aún que mi propia vida. Mi lealtad a Dios es la que me permite valorar a los demás; a los necesitados y aún a los enemigos, porque también son amados y valorados por Dios. Si hago algo por el bien aún del más pequeño y marginal, se lo estoy haciendo al Señor.
Oración: Gracias por amarme cuando no lo merecía. Mientras aprendo a vencer mi egoísmo y a valorar a los demás, ayúdame a crecer en mi amor por ti, Jesús. Quiero que siempre seas el primero en mi vida.
Siguiendo al maestro.
Por Daniel Martin
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