Mateo 27:57-66
José de Arimatea era rico, parte del concilio que condenó a Jesús, aunque no estuvo de acuerdo con la condena. Él fue quien pidió el cuerpo de Jesús para sepultarlo en su propiedad y Pilato se lo concedió.
La sepultura nos transmite lo real y definitivo que es la muerte. Nos muestra que no hay paso atrás.
La muerte y sepultura legalmente autorizada, con testigos, el lugar preciso de la tumba, la gran piedra de la entrada y la guardia de soldados que vigilaban la tumba, hacen más maravilloso el milagro de la resurrección.
Aún cuando mis circunstancias parecen ser definitivas y sin salida, Dios sigue teniendo la última palabra. No hay circunstancia que Él no pueda cambiar. Él es el mismo, ayer, hoy y por siempre (Hebreos 13:8).
Oración: Te adoro Señor, a ti que haces que lo imposible se haga posible. No hay nada que pueda resistirse a Tu poder. Tú abres camino donde no hay. Pongo mi fe y mi confianza en ti para que hagas conmigo lo que Tú quieras.
Siguiendo al maestro.
Por Daniel Martin
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